De
antemano, debo de solicitar me perdonen porque, aun cuando sigamos en el tema,
en este periplo buscando formas de vida que prescindan del dinero, he derivado
en una especie de visión caleidoscópica que va, desde el desperdicio en la
sociedad de consumo, hasta la vida en una cueva, pasando a una existencia de viajero
permanente prescindiendo del dinero y un manifiesto anticapitalista … vinculado a nuestro
viejo conocido Slavoj Zizek y el trueque que se abre paso
en el comercio entre naciones.
Lo que
parece más interesante en toda esta búsqueda de vivir sin dinero, es que hace
aflorar las mejores cualidades humanas.
Hasta
hace poco, H. D. Thoreau era el epítome de la vida con escaso nivel de consumo;
recuerdo que – no he podido recuperar la fuente – Thoreau se manifestaba
escandalizado por el nivel de afición al consumo de sus contemporáneos
estadounidenses. La actitud de Thoreau era tildada de excéntrica. Dos máximas
de Thoreau. Un
hombre es rico en proporción a las cosas que puede desechar. El más rico es aquel cuyos placeres son los más
baratos. En materia de consumo,
pensando en que su vida transcurrió durante la primera mitad del siglo XIX,
no quiero imaginar qué pensaría si viviera en nuestra época.
Al parecer, dadas las dificultades crecientes que se
visualizan para mantener los estándares de consumo y nivel de vida propios de
los países industrializados, es creciente el número de personas que buscan
reducir la preeminencia que el dinero tiene en sus vidas.
Son variadas las combinaciones de comportamientos aplicables:
Reducir el consumo. Obtener bienes y servicios mediante el trueque. Reciclar
bienes. Obtener bienes y servicios mediante el aprovechamiento de los bienes
desechados.
Dejemos de lado los que aprovechan los desechos de
la sociedad de consumo. De todas formas, según se consigna en un artículo
aparecido en el diario argentino La Nación, el Instituto Austríaco de Economía de los
Desechos calculó que el 45% de lo que los supermercados alemanes descartan se
puede todavía consumir; se calcula que el alemán promedio tira a la basura
100 kilos de comida por año. Un equivalente de esto podría aplicarse
a otros bienes como aparatos electrodomésticos, ropa y demás bienes de consumo
que suelen ser abandonados cuando todavía tienen uso funcional. Sin embargo, de
manera un tanto absurda “rescatar” comida viola la propiedad
privada. ”En Alemania es legal tirar comida, pero es ilegal
rescatarla”. Otro tanto acontece en buena parte de los países industrializados.
En el grupo de los que renuncian al uso del dinero, destaca
la alemana Heidemarie
Schwermer. En entrevista concedida al periódico español el País,
declara: 'Nunca tocaré un euro. Le he echado un vistazo, pero nunca lo tocaré',
proclama. Schwermer dejó de usar marcos y euros, allá por 1996, cuando renunció
a todas sus propiedades. Su meta: demostrar que un mundo distinto, de absoluta
libertad y justicia, es posible. Locuaz y mística, todo lo que necesita para
vivir lo obtiene a través del trueque, según describe en su libro, Mi vida
sin dinero (Editorial Gedisa).
En este mismo sentido de la vida sin dinero, es interesante
la vivencia consignada por Benjamín Lesage en el blog PijamaSURF.
Benjamín y sus compañeros tienen ya 2 años de viajar sin dinero, a lo largo de
los cuales han pasado por nuestro país, sumando adeptos, en vías de gestar
una comuna y preparando un video del cual podemos ver una primera parte.
Dejamos para una tercera entrega el apartado dedicado a los
mercados de trueque. Les dejamos como introducción el mercado de
trueque del Gobierno del D.F.
Hasta la próxima, amigos.
Para “Señales de Humo”
Emilio Vega Martín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario