Para muchos de los que moran en el ciberespacio, las relaciones del mundo real humano son irrelevantes. No conocen a nadie; ni siquiera al vecino. Sus vínculos significativos se ubican en ese mundo virtual – aunque no los separen físicamente de su interlocutor más que una breve distancia. Que sea, tal vez, el habitante de la vivienda contigua.
En ese su ciberespacio, pueden reinar unas relaciones caóticas, exhibicionistas, voyeristas, sin ningún freno ético. De absoluta libertad, por lo que suele ser inconveniente trasladarlas al mundo real: se ven condenadas a permanecer en el mundo de la ficción.
Ciberespacio, donde alguien puede reinventarse sin que sepamos con qué propósito. Al respecto, por lo pronto, les dejo como tarea que tecleen en el buscador Yulia Pecheneva. A ver qué encuentran.
Ampliar el número de relaciones vía Facebook, tiende a ser agotador e inútil. Respecto al número de personas que podemos realmente conocer, los estudios sobre el tema, han concluido que no pueden ser más de 150, número conocido comúnmente en antropología como el número de Dunbar ; más allá de éste la percepción de los contactos excedentes, se vuelve confusa. Facebook, donde el teclear un nombre y apellido nos puede arrojar cientos de homónimos, o involucrarnos en un maremágnum de antiguas relaciones, que en el momento actual carecen de sentido en nuestra vida, o bien a numerosos equívocos que a nada conducen. En resumen, tiempo perdido.
Facebook, comenzó con la aureola del “easy & fun” (fácil y divertido) que permea la totalidad de los reclamos publicitarios existentes. Y al conjuro de este llamado, en noviembre de 2008, la propia web de estadísticas de Facebook, contó más de 175 millones de usuarios activos en todo el mundo.
Naief Yehya, en su colaboración del 24 de febrero en este mismo espacio de “Señales de Humo” – y también en su libro “ Tecnocultura” - nos alerta respecto a redes sociales como el “Facebook” que de lo que se inició como una especie de entretenimiento, concluye ahora como una opción que puede oscilar entre el predominio de las redes de opinión ciudadana y sofisticadas herramientas de control sobre la propia ciudadanía por parte de poderes mercantiles o gubernamentales.
Sería largo enumerar los conflictos que han enfrentado al Sr. Zuckerberg, propietario de Facebook y los usuarios. Baste decir que estos han adoptado permanentemente una actitud vigilante, para proteger, tanto su privacidad como para no ser convertidos en burda mercancía virtual.
Si, no obstante lo anterior, deciden suscribirse a Facebook, les recomendamos previamente, este enlace: Manejar la privacidad en Facebook de la española Eroski.
Por mi parte, sigo prefiriendo las relaciones generadas a partir del mundo real, no hay nada como la presencia física del otro; su voz, sus inflexiones, sus giros; sus ademanes; todo ese lenguaje pletórico de significados.
Y entonces la relación vía virtual se empequeñece: queda solo como extensión, como complemento de la primera.
Para ampliar esta visión, anexamos en el blog de “Pase a la red virtual” varios enlaces:
Un Gran Hermano en el ciberespacio
Hasta la próxima, amigos.
Para Señales de Humo, Emilio Vega Martín.
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