miércoles, 16 de diciembre de 2009

SdeH 18. Entetanimiento.


Una pregunta: ¿has oído hablar del “entetanimiento”? Probablemente no. Es, en efecto un neologismo, fruto de la fusión de los vocablos “tetas” y “entretenimiento”. Pero no se trata – como pudieras suponer, acertadamente – de una palabra que designe una forma de pornografía. Ciertamente, proviene del inglés, con la fusión de “tits” (pechos) y “entertainement” (entretenimiento), que dan como resultado “tittytainment”. Pero su uso, en la acepción que nos interesa, fue acuñado en 1995 por el ideólogo neoliberal, Zbigniew Brzezinski, miembro de la Trilateral y consejero del ex-presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, durante la celebración del primer "State Of The World Forum", en el Hotel Fairmont de la ciudad de San Francisco. Tenemos acceso a esta información gracias a Hans Peter Martin, uno de los tres únicos periodistas a los que se les permitió el acceso a todos los grupos de trabajo. El objetivo del encuentro era determinar el estado del mundo, sugerir objetivos y metas deseables y proponer principios de actuación y establecer políticas globales para conseguir su implementación. Los líderes reunidos en San Francisco ( Gorbachov, Bush, la Thatcher, Vaclav Havel, Bill Gates, Ted Turner y otros líderes mundiales) llegaron a la conclusión de que es inevitable la aparición de la denominada Sociedad 20:80, aquella en la que el trabajo del 20% de la población mundial será suficiente para sostener la totalidad del aparato económico del planeta. Así, el 80% restante, resultará superflua, no dispondrá de trabajo ni de oportunidades de ningún tipo e irá alimentando una frustración creciente. Y he aquí donde entra en juego el concepto acuñado por Brzezinski: entetanimiento, una mezcla de alimento físico y psicológico que adormecería a las masas, controlaría su frustración y sus previsibles protestas. Entetanimiento que, en ningún caso, debe entenderse con connotaciones sexuales y sí, por el contrario, como alusivo al efecto adormecedor y letárgico que la lactancia materna produce en el bebé. De tal modo que, de acuerdo con lo que expone Jean Claude Michèa, en su libro “La escuela de la ignorancia y sus condiciones modernas” nos referimos a la mayoría de una sociedad condenada por el sistema al paro, a una educación precaria, a una sanidad cada vez al alcance de menos, amenazada con una vejez de indigencia sin pensiones y que, sin embargo, viva felizmente aletargada y despreocupada. Así, ten cuidado cuando te sientes pasivamente frente al televisor, escuches la radio o leas la prensa: ellos – los oligopolios mediáticos – te van a dar lo que ellos quieren, cuando quieren, en la forma de “infotenimiento” (otro de los ropajes del entetanimiento),- ensalada de noticias a cual más intrascendente, por medio de las cuales estarás bien informado del mundo de los “famosos”, divorcios, cirugías, las ventas masivas de fruslerías, las intimidades de ese negocio con fachada deportiva – como lo es el fútbol – y otras minucias sin cuento, que atiborrarán tu cerebro impidiéndote el enterarte de lo verdaderamente importante para tu existencia, de gozar con la charla de los que te rodean, reflexionar o enfrascarte en la lectura de un libro que te induzca a pensar. Claro, que si lo prefieres, déjate llevar por lo que te ofrecen el entetanimiento, el infotenimiento y la sociedad de consumo y aunque estés desempleado, indigente, sin jubilación, con una educación precaria, achacoso y sin perspectivas de futuro, puede ser que te sientas extrañamente, irracionalmente feliz. Hasta la próxima, amigos.

Al respecto, te recomendamos estos enlaces de interés:
http://www.entetanimiento.com/
http://entetanimiento.blogspot.com/
Entrevista a Pascual Serrano:
http://muticom.org/es/blog/3382/debemos-buscar-una-revolucion-mediatica/

miércoles, 2 de diciembre de 2009

SdeH 17 El Amor al Libro.


En esta época en que algunos suponen que la Internet provocará la desaparición del libro impreso, tengo un buen amigo amante de los libros al que estoy tratando de convencer sobre las bondades del uso de la computadora y la multimedia como instrumentos de trabajo. Se muestra renuente: para él no hay como la pluma, la letra manuscrita y los libros impresos: estos - me dice él - son objetos reales, tangibles, alejados de esa ficción cibernética construida con ilusorios mapas de bytes que en un descuido o bajo la acción de un virus pueden desvanecerse cual si nunca hubieran existido.
Y al final, no puedo menos que coincidir: hay en el libro una calidad de objeto vivo, de producto cumbre de la cultura, que nos hace sentir un amor entrañable. Acariciarlo amorosamente, sentir el papel, oler la tinta fresca e imaginar cuanto trabajo y cariño encierra. Y esto es solo el principio: enfrascarnos en la lectura de un buen libro nos lleva a trabar contacto con lo mas íntimo de su autor: con lo que éste decanta de sí mismo y considera tan importante como para merecer el ser convertido en algo dirigido a sus semejantes; pues ¿qué es un libro sin lectores? ¿Cuantas horas no habremos pasado embebidos en un libro, absortos en ese universo de imágenes, de ideas que bulle en su interior que nos vuelve ciegos y sordos a cualquier otro reclamo fuera de él?
El libro, amigo selecto, de elección voluntaria, siempre a mano, que nos puede acompañar a cualquier parte; al que podemos regresar reiteradamente, leer y releer. Retomarlo cuando ya no somos los mismos y descubrirlo nuevo, fresco, enriquecido. Y en aquellos que nos son más entrañables establecemos nuestra impronta: subrayados, notas al margen: el papel del libro se convierte en campo de debate.
Libros nuevos; inefable olor de papel y tinta; libros viejos desgastados por el tiempo y el tacto amoroso de innumerables e ignotos lectores.
En esta época de extensiones del hombre, el libro nos permite entrar en contacto con su autor prescindiendo de intermediarios; va con nosotros, se adapta a nuestro ritmo, esperando pacientemente nuestra atención. No nos obliga a citas de hora forzada o a convocatorias masivas. No es flor de un día; está aquí con nosotros permanentemente; forma parte esencial de nuestros bienes. Su posesión puede engalanar mas una casa que los muebles mas costosos.
El libro, objeto que señala a su poseedor. Identificación inmediata con desconocidos a través de lecturas afines. Y en efecto, hay algo de único, de personal en un individuo identificado a través del libro que porta.
En esta época de cultura oral y visual, de cultura de masas, (especie de retorno al medioevo según Umberto Eco), los letrados somos minoría. Y nada nos resultaría mas reconfortante para la difusión del libro que ver este país pletórico de bibliotecas públicas que nos hicieran espiritualmente ricos.
El libro, aparentemente inocuo objeto, pero a la vez, fermento de revoluciones. Instrumento peligroso; primera víctima de cualquier hecatombe cultural, que a veces debe de adoptar ropajes extraños para cruzar las fronteras que establecen los enemigos de la propagación de ideas.
Los relatos de anticipación mas consistentes en visiones futuras de posibles sociedades totalitarias, señalan al libro como ente peligroso. En la sociedad del Fahrenheit 451 de Bradbury se queman los libros y se persigue su posesión; y los humanos que los aman deben de aprendérselos de memoria (convertirse en hombres libros): volver a la tradición oral para poder eludir la acción del Sistema. Y en el 1984 de Orwell, los únicos libros que subsisten (los demás han sido eliminados) son los que produce el Estado para consumo de las masas; libros de tipo pornográfico y de nota roja para mantenerlas entretenidas, a los que se agrega un sistema de propaganda y publicidad machacante, ineludible, que solo transmite las noticias fabricadas por el Régimen en su Ministerio de la Verdad.
Pero a pesar de lo anterior, el libro prevalece. Autores y lectores que escriben y leen, independientemente de las penurias económicas, porque no les queda mas remedio: es su destino obligado para conservar y cultivar algo de lo mas preciado que ha producido el espíritu y la cultura humana: EL LIBRO.
Y la FIL es una buena prueba de ello.
Material complementario:
Qué cosa más sorprendente es un libro