Buscando sitios de arte en la Internet, me topo con numerosos lugares dedicados a las instalaciones y al arte conceptual. Parecen ser los nuevos reyes de las manifestaciones estéticas. Me sorprenden las fotos de las obras y el precio que alcanzan. La verdad no sé si es que soy un individuo carente del sentido de apreciación estética o se trata de tomarme el pelo apoyándose en el discurso lleno de ditirambos – a mi juicio - que me endilgan los denominados “curadores”, que por su proceder, más bien parecerían curanderos involucrados en aplicar exorcismos para que abandonemos nuestra ignorancia palmaria en torno a la materia tan abstrusa a la que apasionadamente están entregados.
Confieso que me gustan las instalaciones; sobre todo cuando son eficientes. Me gustan las instalaciones hidráulicas, sanitarias y eléctricas. Un buen hardware es una buena instalación. Son buenas infraestructuras. Hacen la vida más cómoda. A otro tipo de instalaciones no les encuentro el sentido; cuando me colocan una serie de cachivaches bajo un haz de luces en el espacio central de una sala de museo, me imagino que los artistas y curadores no tenían espacio en su cuarto de trebejos para unas tapas de yogurt, cajas vacías, zapatos viejos y ante la carencia de obras de arte que exhibir, decidieron que este lugar era bueno como almacén temporal. Entiendo con ello el letrero de “No tocar”; es obvio que no quieren que, bajo ningún concepto nos apropiemos de algo que les pertenece.
Mi credo en materia estética es bastante llano, casi se diría que pedestre. Creo que la obra de arte es huérfana: librada a sus propios medios, ante el espectador, debe de sustentarse por sí misma, sin recurrir a discursos previos, explicaciones orales o escritas.
En el llamado “arte conceptual” según el cual, la idea que anima la obra es más importante que el producto mismo -la idea es más importante que la obra - podrían tener cabida, como obra de arte, entonces, los discursos de los políticos nacionales en campaña. El urinario de Marcel Duchamp marca el inicio de lo que ha sido en llamar “arte conceptual”; sacar algún objeto fuera de contexto, recuperando sus supuestas calidades estéticas y otorgándole otro sentido semiótico. Pero en su caso, cabe suponer que lo hizo en un sentido de mofa y los llamados artistas conceptuales han abrazado la idea como verdadero primer mandamiento de un nuevo credo que debemos de aceptar, so pena de pasar, ante sus ojos, como verdaderos patanes carentes de sensibilidad, retardatarios, ciegos ante el arte del futuro.
Por otra parte, recurro en lo personal a aquélla definición de Picasso de que en arte no hay más que “me gusta o no me gusta”, siendo la apreciación y disfrute del arte algo tan personal, no tiene sentido que nos dejemos llevar por – tomando un caso - el criterio del valor comercial que una obra supuestamente tenga: que el cuadro Number 5 de Jackson Pollock, haya alcanzado en la última operación de compraventa los 140 millones de dólares, no nos impele irresistiblemente a que nos guste o a despreciar los Girasoles de Van Gogh, porque sólo alcanzaron modestos 55 millones de dólares. En esta cultura globalizada en la que todo se cosifica, la sutileza, la belleza, la reverencia que puede despertar en nosotros la obra de arte, quedan al margen. Si alcanzan ese valor pecuniario, se deberá a que alguien está dispuesto a pagarlo. El arte se convierte así, en un valor refugio, en estos tiempos de turbulencias financieras. Bueno es lo que vende.
Afortunadamente, contamos aquí con la orientación de Avelina Lésper, que me tranquiliza y me impide caer en el menosprecio y la negación de mí mismo al momento de aventurarme en el proceloso universo de lo que llaman “arte contemporáneo”.
Aunque no puedo negar – tal vez bajo las nuevas ideas que por ahí circulan respecto al arte, que comienzo a ver con otros ojos – siguiendo a Andy Wharhol – las latas de sopa de mi despensa; aunque como hipotéticos arte-objeto para ser utilizados en una instalación, preferiría la vajilla tonalteca de alta temperatura en la que servimos nuestros alimentos.
Hasta la próxima, amigos.
Para “Señales de Humo”
Emilio Vega Martín.
Enlaces de referencia:
Las obras más cotizadas: http://www.artelista.com/los-cuadros-mas-caros-del-mundo.html
Gabriel Orozco: http://avelinalesper.blogspot.com/2010/02/gabriel-orozco-en-el-moma.html
Fiona Banner: http://www.tate.org.uk/britain/exhibitions/duveenscommissionseries/fionabanner2010/default.shtm
No hay comentarios:
Publicar un comentario