martes, 1 de marzo de 2011

S de H 42 Los jóvenes se hacen sentir.


Esta es, aun, una cultura efebolátrica – que rinde culto al ser joven. Y es que nadie quiere envejecer: el cuerpo humano deviene verdadero objeto de culto – señala Gilles Lipovetsky en su “Era del Vacío” – inversión narcicista en el cuerpo directo visible, a través de mil prácticas cotidianas; angustia de la edad y de las arrugas; obsesión por la línea, por la figura. Y esta circunstancia es – podríamos decir – reciente. Antes de los sesentas, éste era un mundo de adultos: la pregunta obligada que se hacía a los niños era: “¿qué quieres ser cuando seas grande?” Ahora, por el contrario, nadie quiere llegar a ser – o por lo menos – parecer grande. “Morir joven y guapo” exclama un ídolo rockero. Y todo este vuelco en las primacías generacionales se gesta al fin de la segunda guerra mundial: las condiciones de prosperidad y seguridad crecientes, propician un importante crecimiento demográfico. Y es aquí cuando entran en escena los grandes mercaderes, secundados por sus teóricos, publicistas y actuarios: la nueva gran masa de consumidores es juvenil; por ello, hay que convertir la juventud en paradigma, en objetivo esencial: todos los objetos de consumo deben de ser orientados a ésta. Tener más de 35 años es estigmático: es ser un producto desechable.

Pero este modelo – actualmente – se agota. Aunque los mercaderes, machaconamente, pretenden, por todos los medios publicitarios, incidir en el mercado de consumo juvenil, el hecho es que los jóvenes enfrentan un futuro incierto; su inserción en el mercado laboral se hace, cada vez más, sumamente difícil. ¿Para qué prepararse? ¿Para competir por sueldos raquíticos? El absurdo: los jóvenes españoles con Licenciaturas y Maestrías tienen que ocultar su currículum si quieren conseguir empleo. La salida es, entonces, buscar cobijo en la economía informal: y esto acontece a lo largo y ancho del planeta. Esta situación forma parte de un marco más amplio: el que Galbraith denomina “la Rebelión de los ricos contra los pobres”: un incremento de la concentración del ingreso de las clases altas con el empobrecimiento de las clases medias y bajas – fenómeno generalizado a excepción del bloque de naciones conocidas como BRIC – Brasil, Rusia, India y China y por otra parte, el embate de las empresas transnacionales que buscan que los gobiernos se achiquen abdicando de su papel como gestores de servicios públicos para que estos pasen a ser privatizados. La reciente crisis financiera se inscribe en este marco de acción de un verdadero capitalismo salvaje.

El único factor verdaderamente nuevo es la aparición de la Internet: si bien, por una parte ha favorecido que el capitalismo se dirija aun más hacia el ámbito financiero, también se convierte en un instrumento – sobre todo a través de la Web2 – de carácter esencialmente juvenil: este sector hace oír su voz, denunciando lo incierto de su futuro: sacude los cimientos de ese anquilosado mundo árabe regido por jerarcas de escaso apoyo popular. Pero no crean que solo en esos lares acontecen protestas juveniles: también en Wisconsin, Estados Unidos. Será inútil que busquen en nuestros medios nacionales información al respecto: tendrán que recurrir a una carta que Michael Moore remite a estos jóvenes y además en Democracy Now que reseña la congregación de más de 100,000 personas en una manifestación acontecida el sábado pasado y que ha tenido sus réplicas en diversas ciudades del vecino país del Norte. Un amigo estadounidense avecindado en nuestro país, me comenta, muy serio, que allá se trata ahora de salvar el “American Dream” que tiene visos de convertirse en una verdadera “American Nightmare” ¿Estaremos acaso en el umbral de un nuevo Mayo de 68, pero ahora de 2012?

Hasta la próxima, amigos.

Para Señales de Humo.

Emilio Vega Martín.

Otros enlaces sobre las protestas en los EEUU: Telesur

es vía Telesur porque los medios estadounidenses observan un piadoso silencio al respecto.

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