Para el común de los mortales, el paraíso es el mejor de los lugares en el que podemos encontrarnos. Es obvio que esta es una noción preñada de subjetivismo; variará según lo que esté implícito en nuestra noción particular de la buena vida.
Pero existe una noción de paraísos que está perfectamente identificada, en este mundo de lo material, que carece de matices. Oscuros y plenamente vedados para el común de los mortales, aunque su existencia pueda influir decisivamente en nuestras vidas, sin que podamos incidir en su comportamiento, alejados de cualquier forma de democracia. Mencionados vagamente, saltan a la luz vinculados a operaciones financieras de dudoso origen y no ha sido sino hasta la aparición de la Internet, que nosotros, depauperados mortales, hemos podido empezar a aquilatar sus alcances y dimensión.
Nos referimos a los paraísos fiscales. Hasta fecha reciente, sabíamos eventualmente de la existencia de alguno de estos, como el de las Islas Caymán o el de Bahamas – siempre vinculados a empresarios y políticos nacionales. Pero ahora nos enteramos de que son calificados como tales no menos de 50 lugares, que son denominados en el argot financiero como sitios offshore (alojados fuera de las costas).
Según la OCDE, son considerados como paraísos fiscales aquéllos países que operan en la materia con los siguientes lineamientos:
- Si la jurisdicción no impone impuestos o éstos son sólo nominales. La OCDE reconoce que cada jurisdicción tiene derecho a determinar si imponer impuestos directos. Si no hay impuestos directos pero sí indirectos, se utilizan los otros tres factores para determinar si una jurisdicción es un paraíso fiscal.
- Si hay falta de transparencia.
- Si las leyes o las prácticas administrativas no permiten el intercambio de información para propósitos fiscales con otros países en relación a contribuyentes que se benefician de los bajos impuestos.
- Si se permite a los no residentes beneficiarse de rebajas impositivas, aun cuando no desarrollen efectivamente una actividad en el país.
Los beneficiados de este régimen son por lo general inversionistas foráneos. Es usual que coexistan en estos, 2 regímenes netamente diferenciados: el que afecta a los residentes locales – de carácter convencional y el segundo para inversionistas foráneos, que sin ser residentes, gozan de todos los beneficios.
Para darles una idea de la dimensiones, población, régimen de gobierno y número de empresas ubicadas en estos paisitos, las Islas Caymán, ubicadas en el Caribe, al sur de Cuba, con 260 km2 de superficie, 70,000 habitantes, territorio inglés de ultramar, cuenta con 584 bancos y 2200 fondos especulativos y de pensiones. Aruba, en el Caribe, al norte de Venezuela, holandés de ultramar, en 70 km2 y 110,000 habitantes, cuenta con 17 bancos y 3,000 empresas. Gibraltar, territorio inglés de ultramar, con menos de 8 km2 y unos 29,000 habitantes, alberga unas 12,000 empresas. Claro está que estos países no pueden menos que aparentar cierto tufo de piratería para aquéllos de donde provienen las inversiones, pero: ¿qué pueden hacer? Perseguir, como siempre, solo, a los piratas chiquitos. Varios de estos pintorescos lugares han empezado en 2010 a acercarse a la OCDE para flexibilizar sus legislaciones a efectos de que ya no se les califique como tales, pero el asunto parece que va para largo. Para revisar los cambios de las dictaminaciones de la OCDE, consúltese paraísos fiscales.
Sin embargo, se han empezado a generar tramas como la de Wikileaks en torno a estos sitios tan curiosos: filtraciones provenientes de Luxemburgo han permitido a las autoridades alemanas detectar grandes evasiones, a la vez que protegen al “Assange” financiero que las hizo públicas. Una corriente creciente de investigaciones gubernamentales a nivel internacional, está sacando a flote los envíos de capital de bancos y grandes empresas, que están implicados en la reciente crisis financiera. Al respecto, véase esta entrevista, en la que se considera que: El 50% del comercio internacional se hace a través de paraísos fiscales, lo que hace que los países pobres pierdan anualmente la friolera de 130.000 millones de euros.
Los denominados “paraísos fiscales” están siendo sujetos a una presión creciente por parte de los gobiernos, para que abandonen dicho carácter – Suiza entre ellos – pero entremedio, las filtraciones parecen incrementarse: ¿ No sería bueno que nuestro país – con su pinta de medio paraíso fiscal interno – se viera sujeto a dicha marea?
Sí; estos son los paraísos más efectivos….para unos cuantos.
Para “Señales de Humo”, Emilio Vega Martín.
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