El trabajo: algo que si lo hacemos con gusto, deja de ser “trabajo”. Pues, ¿qué estigma arrastra el trabajo? Algo inconveniente pero necesario según la mentalidad judeocristiana; la forma de acercarnos a la divinidad según el budismo. Inmersos como nos encontramos en la “Sociedad de Consumo”, el trabajo se convierte en una actividad constreñida actualmente – al parecer – a la mera obtención de recursos económicos. En ese sentido, el trabajo ha devenido un bien escaso; al menos el remunerado.
Las empresas más importantes – las grandes generadoras del empleo “formal” - se han tornado corporaciones transnacionales; no deben lealtad más que a sus accionistas, nunca ahítos de utilidades. No tienen nacionalidad a la que rendir pleitesía. Una corporación es un ente abstracto; por lo tanto ajeno a categorías éticas. El Mundo se ha hecho pequeño: los factores involucrados en la producción – a excepción de la mano de obra – tienen una movilidad absoluta. La mano de obra es el único factor localizado, con excepción de aquéllas en las que la tecnología ha permitido que tengan como factor preponderante las telecomunicaciones y trabajen bajo el esquema del “outsourcing”. Y los países compiten para ver cuál es el que ofrece los trabajadores que aceptan salarios más miserables.
Paralelamente, los productos dejan de guardar relación entre su costo de producción y el precio de venta. Lo que vende es la “Marca”, esa entelequia gestora de sueños, de un estilo de vida, de la consolidación del estatus. En esta “Sociedad de Consumo”, de apariencias, somos las marcas que ostentamos. Los consumidores nos embarcamos en la persecución de los ingresos monetarios para sostener un nivel de vida que se mide por el consumo, que se convierte en un fin en sí mismo: bienvenido el trabajo esclavo.
El trabajo visualizado – según Schumacher – como la actividad para dar al ser humano la posibilidad de utilizar y desarrollar sus facultades convirtiendo el trabajo en gratificante, produciendo bienes y servicios para necesidades naturales y beneficio para la sociedad, desaparece. No resulta relevante, entonces, si el trabajo que desempeñamos nos es grato, formativo o si contribuye en algo a la comunidad; lo importante es la remuneración obtenida. Consecuentemente con lo anterior, se ven mayormente favorecidas las carreras universitarias en las que, en su ejercicio profesional se supone están mayormente remuneradas. Para las escuelas del mundo industrializado, los ingresos obtenidos por sus egresados es un factor capital para evaluarlas como planteles de éxito.
Y en este nuevo orden mundial, en el que los países se ofrecen como “maquiladores”, recibiendo insumos del exterior que son procesados por la mano de obra local, los investigadores en derechos laborales, descubren que en tales procesos fabriles se llega a condiciones infamantes como el caso de los niños filipinos en la fabricación de tenis para una conocida marca transnacional; se ilustran – de paso – las condiciones inhumanas en la que laboran – con la venia de los gobiernos locales – en la fabricación de calzado de lujo en la India. Aún en países “maquiladores” que aceptan las difíciles condiciones laborales impuestas por las transnacionales, viene a agregarse la aparición de talleres clandestinos – en los que se agravan las condiciones de trabajo – que en las formas de subcontrato laboran para las mismas empresas, aunque éstas alegan desconocimiento de tal tipo de talleres. En Argentina, se descubre un establecimiento en el que se confeccionaba ropa para artistas famosos en el ámbito local así como para estrellas internacionales como Sarah Jessica Parker, de la serie Sex and the City, o la princesa de Holanda, Máxima Zorreguieta. Los receptores de tales prendas alegan también desconocer tales circunstancias.
Y en el “outsourcing” en materia de telecomunicaciones, aparte del efecto negativo sobre los trabajadores ubicados en el país de origen, se consignan casos de condiciones laborales inicuas en el empleo en las nuevas sedes.
Y esta situación no se da sólo en el Tercer Mundo:
El colmo se presenta en Francia: suicidios
“Vamos al trabajo como a la prisión”, declara un trabajador francés.
Abusos trabajo infantil, enlaces
Explotación laboral de Apple en China
Y en los EEUU también se incrementa la protesta.
Francia: Infiltrada en el trabajo de limpieza.
Fabricación de Juguetes en China:08/12/2011: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=140893
Adidas en Camboya:http://actualidad.rt.com/sociedad/view/49220-La-miserable-vida-de-que-fabrican-productos-ol%C3%ADmpicos-de-Adidas
Y esta situación no se da sólo en el Tercer Mundo:
El colmo se presenta en Francia: suicidios
“Vamos al trabajo como a la prisión”, declara un trabajador francés.
Abusos trabajo infantil, enlaces
Explotación laboral de Apple en China
Y en los EEUU también se incrementa la protesta.
Francia: Infiltrada en el trabajo de limpieza.
Fabricación de Juguetes en China:08/12/2011: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=140893
Adidas en Camboya:http://actualidad.rt.com/sociedad/view/49220-La-miserable-vida-de-que-fabrican-productos-ol%C3%ADmpicos-de-Adidas
Y en todo lo anterior, se advierte que los
elementos torales son consumo e ingreso. Se
nos incita a consumir y se nos deja al garete cuando de ingreso se trata. Claro círculo infernal.
elementos torales son consumo e ingreso. Se
nos incita a consumir y se nos deja al garete cuando de ingreso se trata. Claro círculo infernal.
Seguiremos sobre este tema.
Hasta la próxima, amigos.
Para “Señales de Humo”
Emilio Vega Martín.
Excelente reflexión, Emilio. Gracias.
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