La Madre Real Academia – aparentemente - se privatiza. Así, esta madre de Academia nos vale ídem: los 450 millones de hispanohablantes seguiremos creando el idioma a despecho de la acción de esa vieja que como afanadora de lento aprendizaje pretende ser una especie de pulidora de metales que “fija, pule y da esplendor” – como si ello fuera necesario – a nuestra hermosa lengua. Y si pretende – como diría Agustín Lara – “vendes caro tu amor, aventurera”, allá ella con sus afanes de vieja loca. El hecho es que la RAE, a través de su nuevo representante Editorial Planeta, ha comenzado a intimidar a diversas páginas que versan sobre el idioma español, exigiéndoles que eliminen sus enlaces a su sitio de consulta del idioma, dado que según ella – la RAE – constituyen una “competencia desleal”. No entendemos bien a bien de qué se trata: en principio, tal se diría que los señores de la RAE-Planeta no entienden cómo funcionan los enlaces en la Internet: en todo caso, privatizando los accesos a la consulta – constriñéndolos a suscripción previo pago – el asunto quedaría sujeto plenamente a sus afanes crematísticos. Hasta donde hemos podido observar, no existe en la página de la RAE ninguna salvaguarda en materia de enlaces. Amenazan también, que de ser necesario, emprenderán las acciones legales pertinentes con base en la Legislación Española; no entendemos tal acción aplicada extraterritorialmente en el caso de “El Castellano.org.” que tiene su sede en Uruguay y por añadidura es una organización sin fines de lucro – como lo son otras de su tipo - hacia las cuales parece estar dirigida esta persecución. En el caso de “El Castellano.org”, somos 212 mil suscriptores, una cifra modesta, de un servicio sin afanes de lucro. Y lo que resulta en última instancia, ridículo, es que la propia RAE ha estado aprovechando en su beneficio, las aportaciones idiomáticas generadas por esas altruistas páginas.
En resumen, todo parece indicar que se trata de una ofensiva del Grupo Planeta para poder copar a nivel global, el mercado de impresos, diccionarios y otros medios (CDs), contenidos web, incluyendo el mercado de servicios y asesorías a empresas mediáticas de todo tipo, en torno al uso de la lengua. Anuncia que para otoño de este año, verá la luz el nuevo portal “unificado” de la RAE. Ciertos especialistas en el tema, señalan que esto puede vincularse en España, con el muy probable ascenso de Mariano Rajoy, del Partido Popular, al poder, en cuyo gabinete se visualiza que el Ministerio de Cultura sea José Manuel Lara, dueño del grupo “Planeta”.
¿Qué sigue? Para empezar, la RAE debe entonces rechazar el financiamiento público parcial del que ahora goza: convertirse en una empresa netamente privada. Y respecto del tratamiento que ahora anuncia contra “El Castellano.org.”, no sabemos si lo haga extensivo a WordReference, a Jergas del habla hispana, a addendaetcorrigenda, y en particular al Español urgente que es dirigido por un directivo de la RAE.
Sin menospreciar el valor de la RAE, en nuestra opinión, las acciones aquí reseñadas son un desatino, considerando que el Diccionario de la Real Academia Española apenas consigna unos 90,000 vocablos - (10%) - de los más de 900,000 que los lingüistas estiman componen nuestra lengua, agreguemos la aparición de neologismos tecnológicos, los anglicismos y términos de otras lenguas, los localismos, las fusiones de lenguas como el spanglish, el frañol, el portuñol y otras; en resumen, la actitud de la RAE nos remite a como suele expresarse coloquialmente que “el que mucho abarca, poco aprieta”. Lo ideal sería que no perdiera su carácter académico cultural.
De por sí, el trayecto reciente de la RAE está sembrado de traspiés: las nuevas reglas ortográficas, que han sido sujetas a numerosos cuestionamientos y que han concluido en ser algo así como los llamados a misa. Pretender por parte de la RAE el ostentar una especie de “principio de autoridad” medieval, que puede parecer de fuerte tufo monárquico, nostálgico, aplicado sobre algo tan vivo y cambiante como nuestra hermosa lengua, que depende sustancialmente de nosotros los hablantes a los que poco importa la existencia de una Institución inquisidora como la RAE.
Para concluir esta colaboración les propongo – con ánimo avieso – un ejercicio lingüístico: busquen en el Diccionario de la RAE, el significado de palabras que utilicen en su habla cotidiana; puede ser que se sorprendan de las carencias que ostenta; aunque avanza, siempre se encuentra a la zaga. Al respecto, una recomendación: no vayan a remitir reporte de estas palabras faltantes a la RAE: no hay que hacerle la chamba. Que nos sirvan para exhibir personalmente, en nuestros coloquios, los andrajos de tan Real Institución.
Para “Señales de Humo”
Emilio Vega Martín.Enlaces adicionales:
Fondebrider: «apriete a R. Soca es la punta de un iceberg»
¿Quién es el dueño de las palabras: Blog de Claudia Piñeiro.
Muestras de apoyo a Ricardo Soca.
11/10/2011. Boletín de Addendaetcorrigenda.
Hay reglas en español, como en todas las lenguas, y la RAE, como sus 21 homólogas, son tan necesarias como las obras que producen (diccionarios, gramática, ortografía). Y eso es tan cierto como que su escrito tiene más de un error; le informo uno, para que lo estimule a que alguien le ayude a buscar los otros: en español, las siglas no tienen plural escrito, por lo que se debe escribir "los CD", pronunciado "los cedés", no como dicen los anglólatras ignorantes ("cidís"), y perdón por el pleonasmo.
ResponderEliminarSi muchas de las palabras que usa no están en el diccionario, quiere decir que tiene un lenguaje coloquial, acaso vulgar (con vulgarismos). A mí me pasa lo contrario: es raro no encontrar mi vocabulario. Es, acaso, la diferencia entre la lengua culta y sus variantes lingüísticas (busque este tema en la red, que le será provechoso).
Por lo demás, tiene razón en cuanto a la ambición muy probable de Planeta, de llevar el mercantilismo hasta esos extremos.