miércoles, 18 de abril de 2012

SdeH 65 Filantrocapitalismo: la nueva forma de caridad.

Diversos expertos señalan que el Planeta está siendo gobernado por las grandes empresas transnacionales que delegan en los gobiernos nacionales la ejecución del trabajo sucio para mantenimiento del nuevo orden político, económico y social.
Una gran empresa transnacional – como es el caso de Apple – dispone de un  capital que actualmente supera al Producto Interno Bruto de países como Grecia (312,042 mdd), Argentina (435,179 mdd), Polonia, Bélgica, Suecia, Arabia Saudita y Taiwán. La globalización le ha permitido obtener utilidades con las mayores ventajas: el éxito boyante de Apple y de algunas otras corporaciones está sustentado, por supuesto, en el libre mercado y en la globalización que les permite manufacturar productos a bajos costos y venderlos en todo el mundo a precios elevados: se calcula que fabricar un iPhone cuesta  entre $12 y $30 dólares, los obreros, muchos de ellos niños, ganan $1.78 dólares la hora o menos, pero este supergadget se vende entre $200 y $400 dólares en Estados Unidos y llega alcanzar hasta los $1000 dólares en algunos países. Como se ha publicado aquí y aquí. Algunos de los efectos colaterales del libre mercado son una versión moderna de la esclavitud, la cual poca mella parece hacerle al imperio de marketing de Apple. La mesa está puesta para que los recursos económicos sigan concentrándose en pocas manos. En el afán de enriquecimiento sin tregua, los capitalistas han buscado a través de las décadas las formas más rentables de inversión. Así se pregunta David Harvey “¿Dónde puso la gente rica su dinero en los últimos 30 años? Hasta los 80, invertir dinero en la producción daba más ganancia que ponerlo en el negocio inmobiliario. A partir de esa fecha empezó a pensarse dónde ponerlo para que diera una tasa de retorno más elevada. Los mercados inmobiliarios y de la tierra son muy interesantes: si yo invierto, el precio sube, como el precio sube, más gente invierte, entonces sigue subiendo el precio. A mediados de la década de los 70, en Manhattan (Nueva York), se podía vender por 200.000 dólares un tipo de edificio que ahora cuesta diez veces más. Desde entonces, han existido burbujas de distintos tipos, que han ido reventándose una a una. Los mercados bursátiles se volvieron locos en los años 90. Si uno observa la participación de los distintos sectores en el producto bruto interno de los Estados Unidos, en 1994, el mercado accionario tenía una participación del 50 por ciento en el PBI. En el 2000 subió a un 120 por ciento y empezó a caer con la "crisis puntocom". Mientras que la participación del mercado inmobiliario en el PBI empezó a crecer, y pasó del 90 al 130 por ciento en el mismo período.” Hasta aquí David Harvey. A partir del 2000, continúa incrementándose el peso del sector financiero, que viene a concluir con el estallido de la burbuja del 2008. Colapso tras colapso, los ganadores han sido los grandes capitales, acentuándose la concentración del ingreso. Ahora que la crisis afecta a naciones enteras, grandes deudoras, numerosas voces señalan que no visualizan salida a la crisis del modelo capitalista actual.
Es en este momento que surge como su tabla de salvación una filosofía emanada de los propios grandes señores del capital – Gates, Buffet y Soros entre otros – que se antoja extraña: el “filantrocapitalismo”, que se presenta como una panacea para los males del planeta. Se trata, en pocas palabras, - no estamos bromeando – de que los grandes filántropos se aboquen a su solución, considerando que los gobiernos han sido poco eficientes. Situación harto paradójica si observamos que buena parte de los problemas que pretenden resolver han sido inherentes a la naturaleza propia del capitalismo. ¿Buscar la equidad para compensar los efectos inicuos del propio sistema? Las grandes empresas están lavándose la cara a través de gestar organismos filantrópicos. La filantropía se moderniza; se convierte en parte esencial del modelo capitalista, para reciclarlo, dotarle de buena fachada e incrementar nuevas fuentes de ingresos.
Hay quienes, a estas alturas de la colaboración, pueden seguir pensando que esto del “filantrocapitalismo” no es más que una invención chacotera nuestra. Para desengañarlos, los remitiremos al libro Filantrocapitalismo: como los ricos pueden Salvar al Mundo de Matthew Bishop y Michael Green Bloomsbury. Y de paso, entérense del apasionado alegato que hace Shakira en su defensa.
Hasta la próxima amigos.
Emilio Vega Martín.

    

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